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La Lucha de las Trabajadoras Migrantes

Para conmemorar el Día de Igualdad Salarial para las Latinas, Adareli Ponce, miembra del Comité de Defensa del Centro de los Derechos, Inc (CDM) compartió su experiencia en Estados Unidos y su perspectiva como mujer migrante.

 

Adareli Ponce firmo su primer contrato de trabajo en el 2003, y estuvo trabajando como empacadora en Estados Unidos en episodios de varios meses durante los años que siguieron en una fábrica de chocolate.

 

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¿Cómo describirías el problema de la discriminación que enfrentan las trabajadoras migrantes?

 

Se trata de una discriminación sutil que a veces muchos ni notan, y que definitivamente no sentíamos que teníamos derecho a reclamar por miedo y también por estar en un país ajeno. Eran cosas que escuchábamos a nuestro alrededor como: a las mujeres no les des trabajo pesado porque no van a poder o se pueden lastimar. Eran comentarios que nos hacían ver que no creían en nuestra capacidad.

 

Al principio no sabía si era mi empresa pero empecé a darme cuenta que compartía la misma experiencia con compañeras que trabajan en otros lugares e industrias. Este pensamiento no permite la apertura en otras áreas o industrias, lo que hace que nos empujen a trabajos que pueden ser mal pagados.

 

Se sufre porque no podemos decir nada; no tenemos opción. Es como un cuento de nunca acabar: eres mujer y como eres mujer te asignan a hacer ciertos trabajos y si te quejas, no te dan trabajo.

 

¿Cómo te ha ayudado el CDM para enfrentar esta situación?

 

Lo más importante que me ha dado el CDM es información que se convierte en una base que nos impulsa. Cuando nos explican nuestros derechos como trabajadoras, algo que yo ignoraba cuando empecé, nos dan una herramienta que todas podemos y debemos tener para defendernos. El apoyo del CDM ha hecho que sintamos que no estamos solas.

 

¿Qué les dirías a las mujeres latinas que han sufrido discriminación?

 

Estados Unidos está lleno de latinas trabajadoras que vienen de México y otros países, y creo que todas pasamos por esto de alguna manera u otra. Por eso mismo, mi consejo sería echarle ganas y unirnos en la lucha. Que sea una lucha en la que nos apoyemos unas a otras para probar que nuestro trabajo vale muchísimo y que debemos ser respetadas. Sí, trabajamos por necesidad, pero no por eso merecemos un peor trato. Yo de verdad creo que si nos unimos y tenemos fe, las cosas pueden cambiar; la esperanza nos puede impulsar al cambio.

 
 

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